VIII

Sólo quiero verte



Ya lo sabes:
estoy enfermo.
De ahora y en adelante
te veré sin verte,
te veré viendo algo más,
ese mismo punto
y negro en el espacio,
el cuadro vacío,
un ángel azogado a tus espaldas,
naufragando en un riñón.

Pero de que te estoy viendo,
te estoy viendo.






























Aceptación



Pregúntale a la anestesia,
pregúntale a los aviones de plástico,
pregúntale a las paredes,
pregúntale al niño de la calle,
pregúntale al frío que baja
por la garganta del frío,
al pulmón de la mesa,
a las escaleras desnudas,
a lo que nace sangrando.
Créeme: me estoy muriendo.































Te vi



En cualquier caso,
te quiero decir,
antes de que este cerebro
reviente como una fruta vieja,
que te vi sonreír
y estabas en bikini,
la arena se extendía
hasta dónde el sol esgrime
sus últimos latigazos.
Antes del laberinto y la cripta,
quiero decirte que fuiste mía
para siempre
en un instante de fuego,
un insólito instante sin mezcla,
puro, jamás manchado,
y la belleza serpenteaba
en la espuma,
hasta coronarme.

Te vi proliferar,
hacerte perfecta,
en una tarde de agosto,
en el mar, y no deja
de obsesionarme
tu silueta inconfundible
de aquella tarde,
ahora que mi cerebro
se engarrota,
como la mano
de un animal agonizante.

Es la tiniebla.
Pero qué importa.
Nos veremos pronto.








Los gnomos



No tengas cuidado,
no hacen nada:
mis gnomos.
Sólo traen un mensaje:
estoy muerto.





































Cuentas pendientes



Claudia:
el tótem,
la heterogénea,
el subir del sol,
tardíamente:
te quiero Claudia.

(Siempre hay un te quiero
que no dijimos a tiempo,
que no quisimos decir a tiempo,
un póstumo te quiero.)































No aplicación de una hoja de afeitar tipo Gilette



Practicá la no aplicación
de una hoja de afeitar tipo Gilette
en tu muñeca izquierda.
Practicá la no geometrización
del corazón.
Practicá la no linfa de los funerales.

Entiendo que un TGV
te atropelló a 300 km/h;
entiendo que no entendés
nada, de repente.

Es cierto 
que mi tumba está cabal
y no acepta más cambios.

Pero procurá –hacélo por mí– 
practicar la no ingestión de pastillas bicolores.

















Dime, atrévete a decir



No me robes muerte.
No me robes muerte.

En el polvo
hay un insecto guardado.

Déjalo allí.

Ocúpate mejor de tí misma;
ve a la oficina;
sé feliz.
Creative Commons License
Ciento setenta y siete by Ciento sententa y siete is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.